Opinión

En la buena dirección

Las capacidades de la universidad

Por José Manuel González Huesa, director de “cermi.es semanal” y director general de Servimedia

01/03/2013

“La educación es algo que recibimos cuando nuestro padre nos manda a la universidad, pero no estará completa mientras no mandemos allí a nuestro propio hijo”. Muchos padres y muchos hijos recordarán el contenido de esta frase anónima y a quienes les cuesta más, lo harán con mayor intensidad.

En España hay 1,1 millones de universitarios. Sólo un 1,1 por ciento (12.755) de los estudiantes analizados en el primer trabajo del Observatorio Universidad y Discapacidad de un total de 48 universidades españolas tienen algún tipo de discapacidad. Una foto preocupante no sólo por lo que representa (la población de personas con discapacidad se acerca al diez por ciento) sino porque la tendencia actual de recortes generalizados puede suponer una imagen continua de deterioro en la formación universitaria.

En esta época de recesión, muy contraria a la del despilfarro de hace unos años, en un momento de incumplimientos legales y de puestos secundarios para los más débiles, hay un riesgo real de las débiles conquistas, una vulnerabilidad de las personas con discapacidad que han llegado más tarde a la integración. Y cuando la comunidad universitaria ha empezado a asumir sus compromisos sociales, la falta de dotaciones y el escaso estímulo pueden concluir en un déficit de inclusión.

Hay avances y retrocesos, demasiadas contradicciones. El 94 por ciento de las universidades cuentan con un servicio, programa o persona encargada de la atención a estudiantes con discapacidad. Pero sólo un 48 por ciento de estos servicios tienen un programa de asistencia personal permanente en sentido amplio.

El 90 por ciento de las universidades han evaluado internamente y/o externamente los niveles de accesibilidad. Pero únicamente el 21 por ciento cuenta con un servicio propio de transporte adaptado.

El 54 por ciento de los centros universitarios declaran considerar la variable de la discapacidad en las políticas y estrategias de I+D+i. Pero hay más interés por la discapacidad que por la existencia de una estrategia investigadora.

En el 29 por ciento de las universidades hay personas con discapacidad en los órganos de representación y gobierno. Pero todavía hay un 54 por ciento de centros sin esta presencia.

Otro dato preocupante. Tenemos  67.385 profesores e investigadores universitarios. Apenas un 0,4 por ciento del personal docente en las universidades públicas tiene alguna discapacidad.

Retos por cumplir. Datos por variar. Mucho trabajo para el siguiente Observatorio que podrá analizar la evolución de la presencia de la discapacidad en la universidad dentro de dos años. Y volver a comprobar si se mantiene el actual perfil del estudiante: un hombre, con discapacidad física que está matriculado en Ciencias Sociales y Jurídicas, a través de la universidad a distancia.

Como decía el médico y escritor ruso Anton Pavlovich Chejov, “la Universidad saca a la luz todas las capacidades”. ¡Ojalá se cumpla! Y prueba de ello es que el universitario con discapacidad tiene más posibilidades de trabajar.